Pipí, Pupú y Rosmarina

Pipí, Pupú y Rosmarina le piden a una tortuga que los lleve, pero como viaja tan despacio, deciden bajarse de su lomo y caminar. En su caminata encuentran unos huevos que pueden comer, y cuando están a punto de probarlos, unos polluelos de cuco caen del árbol que hay sobre ellos, con lo que Pupú decide que prefiere no comer huevos. La mamá cuco vuelve a su nido y se alarma al no encontrar a sus pequeños esperándola, mira hacia abajo y los descubre con los tres amigos a punto de comerse el huevo. La mamá cuco baja volando y, tras regañar a sus pequeños por querer comerse el huevo aunque sabían perfectamente que les daría diarrea, da las gracias a Pipí, Pupú y Rosmarina por haberlos cuidado y, para devolverles la gentileza, acepta la petición de Pupú de pasar un rato en el nido con ella. Mientras Pupú disfruta de su recompensa, llega un cuervo enorme que quiere comerse a todos los pajaritos del nido. Pero Rosmarina y Pipí le tiran piedras al intruso y consiguen convencerlo de que pruebe el huevo en lugar de comerse a los polluelos. El cuervo acepta, sin saber que el huevo tiene un efecto bastante desagradable en los intestinos y, con un desagradable dolor de barriga ya no puede hacerle daño a los polluelos del nido.