Cincuenta personas viven en una vieja e imponente casa a las afueras de la pequeña ciudad de Bressanone, en el Tirol del Sur. Hay ladrones, vagabundos, desempleados, adictos y refugiados de medio mundo. Sus biografías se leen como una colección de historias de vida diversas que sólo tienen una cosa en común: el desamparo. Son personas que se han descarrilado y a menudo son consideradas problemáticas en la sociedad, a veces incluso indeseables. En la casa, encuentran un hogar temporal y conviven en un espacio reducido personas como Ervin, alcohólico y ex presidiario; Sumi, que huyó de un novio abusador; Ousman refugiado político, que tuvo que dejar a su familia en África o Hatem, refugiado.
Hatem, es un cocinero cualificado que acabó en la calle debido a la crisis económica y percibe la casa como su propio “sexto continente”. Todos los que viven en la casa, son atendidos durante el día por Kathi y Miriam, dos trabajadoras sociales, y por Alexander y Karl, que no tienen una formación social, pero sí un gran compromiso.
La casa vive de donativos y acciones caritativas y rechaza deliberadamente la financiación pública. La convivencia se da bajo la responsabilidad de cada uno, los residentes pagan un pequeño alquiler y ayudan en las tareas domésticas y en la organización. La casa es un hogar temporal para ellos, hasta que consiguen volver a la vida normal.
Pero ahora la casa debe trasladarse a un nuevo edificio y no todos pueden ir. De repente, el sentimiento de marginación vuelve a estar ahí y la mudanza se convierte en un calvario para todos.
Cincuenta personas viven en una vieja e imponente casa a las afueras de la pequeña ciudad de Bressanone, en el Tirol del Sur. Hay ladrones, vagabundos, desempleados, adictos y refugiados de medio mundo. Sus biografías se leen como una colección de historias de vida diversas que sólo tienen una cosa en común: el desamparo. Son personas que se han descarrilado y a menudo son consideradas problemáticas en la sociedad, a veces incluso indeseables. En la casa, encuentran un hogar temporal y conviven en un espacio reducido personas como Ervin, alcohólico y ex presidiario; Sumi, que huyó de un novio abusador; Ousman refugiado político, que tuvo que dejar a su familia en África o Hatem, refugiado.
Hatem, es un cocinero cualificado que acabó en la calle debido a la crisis económica y percibe la casa como su propio “sexto continente”. Todos los que viven en la casa, son atendidos durante el día por Kathi y Miriam, dos trabajadoras sociales, y por Alexander y Karl, que no tienen una formación social, pero sí un gran compromiso.
La casa vive de donativos y acciones caritativas y rechaza deliberadamente la financiación pública. La convivencia se da bajo la responsabilidad de cada uno, los residentes pagan un pequeño alquiler y ayudan en las tareas domésticas y en la organización. La casa es un hogar temporal para ellos, hasta que consiguen volver a la vida normal.
Pero ahora la casa debe trasladarse a un nuevo edificio y no todos pueden ir. De repente, el sentimiento de marginación vuelve a estar ahí y la mudanza se convierte en un calvario para todos.