El derretimiento de los témpanos polares del Ártico ha permitido la apertura de una nueva ruta marítima entre el Atlántico y el Pacífico mucho más corta que los canales de Panamá o Suez. Aunque la ruta atraviesa un entorno extremadamente inestable y sigue considerándose peligrosa, los países industrializados ya codician sus posibilidades. Esta modificación radical del planeta plantea a las naciones cuestiones completamente nuevas y controvertidas.
El derretimiento de los témpanos polares del Ártico ha permitido la apertura de una nueva ruta marítima entre el Atlántico y el Pacífico mucho más corta que los canales de Panamá o Suez. Aunque la ruta atraviesa un entorno extremadamente inestable y sigue considerándose peligrosa, los países industrializados ya codician sus posibilidades. Esta modificación radical del planeta plantea a las naciones cuestiones completamente nuevas y controvertidas.