Croacia, costa paradisiaca

El Adriático croata es uno de los paisajes costeros menos explorados de Europa. A lo largo de 1.800 kilómetros se encadenan unas 1.200 islas, de las que sólo 67 están habitadas. Su diversidad es característica: escarpados arrecifes rocosos y suaves olivares, cordilleras kársticas y un clima templado. Esta serie retrata a los habitantes de estas tierras, que afrontan los retos de la vida junto al mar con confianza y compromiso. En Istria, la costa, ampliamente ramificada, se encuentra con la exuberante vegetación del interior que incluye cipreses, laureles y encinas. Esta fértil península, fue disputada durante siglos y muchos lugares ya estaban poblados en la época del imperio romano; ciudades como Rovinj y Pula, presentan un claro pasado veneciano e incluso hoy, muchos de los habitantes de Istria hablan italiano. Los caladeros abundantes del mar Adriático, siguen siendo una importante fuente de ingresos para la población local. Desde la infancia, David Skoko sale al mar con su padre a pescar y ahora, el joven Chef, elabora platos de pescado que han atraído la atención internacional. El artista Mirko Zrinscak se ha retirado a las montañas de Učka, que se elevan sobre el mar en el lado oriental de Istria y realiza delicadas esculturas a partir de troncos de roble. Ya en el siglo XIX, aristócratas y bohemios apreciaron el clima amable y el ambiente mediterráneo de la costa croata. Magníficas villas, hoteles de lujo y el paseo marítimo de doce kilómetros de largo de la “Belle Epoque”, hablan de un pasado de moda y de los esfuerzos actuales por salvar este glamuroso patrimonio de la decadencia. El laberinto insular de Croacia, con sus innumerables bahías escarpadas y vías navegables, comienza enfrente de Opatija. Los barcos son ahí un medio de transporte indispensable y la marina croata recluta constantemente nuevos alumnos. Helena Bagaric, tiene diecisiete años y es una de las pocas mujeres que se entrenan para ser capitana en la escuela de cadetes más antigua del país, en Bakar. En la bahía de Kvarner, alrededor del archipiélago de las grandes islas de Cres y Losinj, hay un mundo por descubrir, lejos de las atracciones turísticas, donde la gente parece inmune al ajetreo y al estrés. En la isla florida de Ilovik, por ejemplo, no hay coches y sus habitantes, apenas un centenar, son artistas de la improvisación para los que la vida aislada exige mucho, pero también les proporciona una gran libertad e independencia.